domingo, 5 de febrero de 2012

DESCONOCIDO...

El día despertó muy frío. El invierno hizo su entrada de un forma brusca e inesperada, pero era enero, los termómetros algún día, tenían que bajar. Paso la mañana nerviosa, había dormido poco… En el trabajo, repasaba sus temas deseando que llegase el momento de leer ese maldito examen y ver si salía airosa del paso, -¡a estas alturas de su vida y con estos nervios!.-

Por fin, tras una mañana que le pareció interminable, puso rumbo al centro de exámenes. ¡Qué día tan desapacible! El viento llevaba su coche de lado a lado de la carretera, consiguiendo que los nervios y el mal genio que había acumulado durante la mañana fuese en aumento, ¡¡cómo es posible que haga tanto viento!!...

Cuando llevaba aproximadamente treinta kilómetros recorridos, miró por el retrovisor. Suele hacerlo a menudo, le gusta ver lo que viene por la espalda. En esta ocasión, no miró por sentirse en alerta, simplemente miró… una furgoneta blanca se aproximaba a gran velocidad, o eso le pareció. La adelantó, como otros muchos vehículos en ese mismo trayecto, y se colocó justo delante. El viaje cambió justo en ese momento. El viento pareció desaparecer de repente, sólo mantenía una velocidad constante que la furgoneta le marcaba para que no hiciese el viaje sola y se relajó.

Durante cien kilómetros, ambos vehículos viajaron juntos a la misma velocidad.

¡El desvío!.- había llegado a su destino y despidió de una forma tímida, secreta, a aquella furgoneta que posiblemente sólo pensaba en llegar a casa tras un duro día de trabajo y que, sin darse cuenta, había compartido su viaje con ella.

“A veces, todo fluye”.- Heráclito de Éfeso.

“Si me preguntas si me gusta tu compañía, la respuesta es sí. Sin embargo, si quieres saber si puedo vivir sin ti, la respuesta también es si...”.- Paulo Coelho

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