Hace unas cuantas noches tuve una conversación interesante con mi chico sobre la pasión por escalar. Imaginemos el momento, noche tranquila después de un día de escalada en Cacín; 24.00h de la noche, luz apagada y la pregunta impertinente, ¿tú crees que me gusta escalar?... ¡vaya pregunta! La cara de Dani era todo un poema, y mi cabeza llevaba meses dándole vueltas al tema. A esas horas y tras debatir durante largo rato, no llegamos a ninguna conclusión interesante.
Este fin de semana, por fin, he hallado la solución a mi pregunta. El viernes marchamos a Riglos, nos esperaba una dura jornada de escalada para el sábado; 12 larguísimas horas “non stop”.
Fue increíble.
El ambiente inmejorable, da gusto ver a tantos competidores entre risas y apoyándose los unos a los otros a lo largo de todo el día. Verlos escalar por los Mallos, ¡impresionante! Todavía no entiendo cómo pueden escalar tan rápido. Los ganadores subieron por el Mallo La Visera ¡¡seis veces!!, nuestros chicos ¡¡cinco!! Parecían auténticos sputniks… Por nuestra parte, mi compañera de cordada (edelweys verde) y yo (edelweys azul) nos propusimos hacer dos vías, resultaron casi 10 horas de escalada pero conseguimos nuestro objetivo. Edelweys verde dio una clase magistral de superación personal y valentía, yo bajé de la última vía con una sensación de satisfacción total; conseguir llegar a la cima dos veces consecutivas… ¡increíble, pero cierto! Además las vías elegidas fueron todo un acierto, dos vías divertidas que nos exigieron el esfuerzo justo para dejarnos llegar hasta el final.
Fue increíble.
El ambiente inmejorable, da gusto ver a tantos competidores entre risas y apoyándose los unos a los otros a lo largo de todo el día. Verlos escalar por los Mallos, ¡impresionante! Todavía no entiendo cómo pueden escalar tan rápido. Los ganadores subieron por el Mallo La Visera ¡¡seis veces!!, nuestros chicos ¡¡cinco!! Parecían auténticos sputniks… Por nuestra parte, mi compañera de cordada (edelweys verde) y yo (edelweys azul) nos propusimos hacer dos vías, resultaron casi 10 horas de escalada pero conseguimos nuestro objetivo. Edelweys verde dio una clase magistral de superación personal y valentía, yo bajé de la última vía con una sensación de satisfacción total; conseguir llegar a la cima dos veces consecutivas… ¡increíble, pero cierto! Además las vías elegidas fueron todo un acierto, dos vías divertidas que nos exigieron el esfuerzo justo para dejarnos llegar hasta el final.
Así que, tras un día de escalada intensa, he decidido que sí me gusta escalar. Quizá la obsesión por encadenar y escalar deportivamente para ello me agobia demasiado y consigue desmotivarme; pero cuando únicamente se trata de escalar, leer cada movimiento, adaptar tu cuerpo a la roca y conseguir mimetizarte con ella, tener la sensación de que somos un único elemento…, sin movimientos bruscos, sin presión, sólo ascender, ascender… es genial!
Si a todo esto, le sumamos el hacerlo en Riglos, el día se convierte en una experiencia mágica. La verdad, es que no soy muy objetiva porque Riglos para mí es especial, el lugar me parece precioso y los mallos impresionantes. Merece la pena ir a conocerlo.
Gracias chicos por los ánimos y mil gracias a mi compi-runner por un día de escalada fantástico!!