El viaje fue largo, muchas horas de autobús, avión y de escuchar frases y conversaciones que no había por donde cogerlas… Pero mereció la pena. La llegada a Kos a la hora justa en la que el sol empieza a asomar en el horizonte y que me decía que ya no faltaba nada para llegar al destino, que ganas!!
En Kalymnos, todo fue perfecto.
Y esto sin hablar de escalada. Vias impresionantes, mucha variedad y sobre todo… ¡¡¡¡chapitas a metro!!!! Así sí…
En la maleta de regreso, muy buenas sensaciones escalando, relajación total y muchos momentos para recordar con una gran sonrisa.
En Kalymnos, todo fue perfecto.
El buen tiempo nos acompañó durante los quince días, escalamos muchísimo, (bueno, unos más que otros ;) y el ambiente fue genial. Me sorprendió el carácter de la gente allí, todo el mundo se esforzaba por hacernos la vida más fácil, te ofrecían su ayuda a cada momento y nos hicieron sentir como en casa. Y aunque la isla es pequeñita, y no se caracteriza por paisajes espectaculares o zonas turísticas, es tan agradable estar allí, que una vez que empiezas “a vivir” realmente la isla, te das cuenta, que los días han pasado volando y que te han faltado algunos por disfrutar.
Y esto sin hablar de escalada. Vias impresionantes, mucha variedad y sobre todo… ¡¡¡¡chapitas a metro!!!! Así sí…
En la maleta de regreso, muy buenas sensaciones escalando, relajación total y muchos momentos para recordar con una gran sonrisa.
Muchas gracias a todos por un viaje perfecto!