lunes, 28 de septiembre de 2009

De Otoño

El otoño ha llegado con fuerza. Esa estación que parece pasar, sin pena ni gloria, entre el ansiado verano y el precioso invierno que cubre nuestros bosques de blanco. Sin embargo, es una estación que influye mucho en nosotros, o por lo menos en mí. Cuando llega, el ánimo decae. Sin saber muy bien cómo, me veo inmersa en una tristeza incontrolable, que como a los árboles, hace que mis hojas vayan cayendo poco a poco…
Este fin de semana, he podido descubrir que el otoño tiene un encanto especial. El sábado sesión de “Rigloterapia”, lo mejor en momentos de crisis. Un día azul precioso, con temperatura más bien alta, como a mí me gusta y con mi chico como compañero de cordada, ¡genial! La vía como siempre perfecta, esta vez tocó subir por “Chopper”, cinco larguitos muy continuos, llenos de bolos rigleros y con alguna pequeña sorpresa en forma de placa.
El domingo, cambiamos el arnés y los gatos por las botas de montaña y subimos al Ibón de Iserías. Durante todo el camino dejamos a nuestra izquierda un bosque lleno de colores, sus hojas todavía no habían caído y estaba lleno de tonalidades amarillas, naranjas, marrones, verdes…Pocas veces el paisaje se ve tan bonito. El Ibón, es pequeñito, acogedor… pero llegamos tan cansados y con tantas ganas de comer algo y descansar que nos pareció un sitio perfecto.
Un fin de semana que he agradecido profundamente, y con el que he vuelto, a poner de nuevo los pies en la tierra, con una sonrisa.

“¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.” – Confucio.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Eriste, un objetivo

Durante varios años, el objetivo ha estado ahí. Nos ha esperado firme, paciente… y por fin este año decidimos hacerle una visita. ¿Por qué tardar tanto?... seguramente por creer que no era el momento.
La subida fue dura. En principio, pintaba bien, hora perfecta, clima perfecto, marcha sobre el horario previsto… Pero la perfección duró poco, ¡nos perdimos! Un pastor nos devolvió de nuevo al camino y …¡¡hasta arriba!! El ibón de Millars me pareció precioso, y según íbamos subiendo, descubrimos que a pocos metros había algún ibón más. El tramo final, para mi gusto, demasiado duro, varios metros de piedras enormes que no había por donde cogerlas, y por último una cresta muy cortita que nos llevó hasta la cima. Aunque no pudimos disfrutar como nos hubiese gustado de ese momento, por el clima, la verdad es que da mucha satisfacción llegar allí arriba y mirar alrededor.
La bajada fue un poco más complicada… en total fueron muchas horas y cuando físicamente no se está preparado, eso pasa factura. Gracias a Dani, ese momento en el que mis rodillas me habían abandonado, pasó rápido y llegamos junto al resto del equipo.
Al día siguiente, como no, bañito y relax total.
¡Que bonito ir cumpliendo objetivos!

“Los obstáculos son esas cosas horrorosas que ves cuando apartas los ojos de tu meta” – Henry Ford