sábado, 7 de noviembre de 2009

Marruecos y su magia...

Por fin, después de pasar el veranito en Zaragoza, he podido disfrutar de mis vacaciones ¡que ganas!
Primera semana, ¡cómo no! Un poquito de escalada. Marchamos a Margalef, una escuela en la que siempre me encuentro muy a gusto. El tiempo nos dejó aprovechar los días que estuvimos allí y encontramos la dosis de motivación que íbamos buscando; bueno, quizá era yo quien la buscaba… Dani nunca pierde sus ganas de escalar y de superarse día a día y eso hace que aproveche y disfrute al máximo cada minuto sobre la roca.
Tras esos días de escalada, llegó por fin “nuestro viaje”. No sé muy bien por qué Marruecos me ha gustado siempre tanto, pero es un viaje que necesitaba desde hace tiempo. Un país lleno de color y magia, que a mí, ha conseguido cautivarme.
Todo fue muy fácil, desde que llegamos no nos faltó en ningún momento la ayuda necesaria para poder desenvolvernos con tranquilidad. Alquilamos un par de coches y a funcionar! Objetivo… ¡desierto!. Me parece un lugar misterioso, mágico… allí el mundo se para, llega el atardecer y te encuentras solo, ante un paisaje increíble que sólo te pide que disfrutes de la tranquilidad y el placer de estar allí. Nosotros tuvimos la suerte de poder compartir parte de esa noche mágica con un “tuareg” que nos explicó como es la vida nómada, y la forma tan diferente que tienen de ver y “saborear” la vida.
Al día siguiente, camino de vuelta a Marrakech. Todavía nos quedaban un par de días para vivir la noche marroquí y por supuesto, visitar el zoco… como ir hasta allí y no comprar nada!! Eso no podía ser.
En conjunto la semana fue muy completa, además de todos los lugares que hemos conocido, el tiempo fue buenísimo y la compañía inmejorable, además tuve la oportunidad de conocer un poquito más a uno de los miembros del equipo, que me pareció una persona increíble y con la que me alegro de haber podido compartir esta experiencia.
Queda en mi retina esa imagen del atardecer que consiguió hacerme sentir, por un momento, “especial”…



“El valor de un viaje no está en el tiempo que dura, sino en la intensidad con que lo vives. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables” – Anónimo.

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